lunes, 13 de junio de 2011

Yoga Supramental.

 
La única creación para la que hay lugar aquí es la supramental, es decir el descenso de la Verdad divina sobre la tierra, no solamente a la mente y al vital, sino también hasta el cuerpo y la Materia. Nuestro objetivo no es eliminar todas las «limitaciones» que dificultan la expansión del ego, ni dejar libre curso y abrir un campo ilimitado a la ejecución de las ideas de la mente humana o de los deseos de la fuerza vital egocéntrica.

Ninguno de nosotros está aquí «para hacer lo que quiera» o para crear un mundo en el que finalmente podamos hacer lo que nos guste; estamos aquí para hacer lo que quiere el Divino y para crear un mundo en el que la Voluntad Divina podrá al fin manifestar su verdad sin que ésta sea en lo sucesivo deformada por la ignorancia humana, ni pervertida y desnaturalizada por el deseo vital. La obra que el sadhaka del Yoga supramental tiene que efectuar no es su trabajo personal al que puede poner sus propias condiciones, sino la obra divina que tiene que ejecutar de acuerdo con las condiciones establecidas por el Divino.

Nuestro Yoga no es por nosotros mismos, sino por el Divino. No es nuestra expresión personal lo que tenemos que buscar, la manifestación del ego individual liberado de toda limitación y de toda traba, sino la manifestación del Divino. De esta manifestación, nuestra propia liberación, nuestra perfección y nuestra plenitud espiritual serán un resultado y una parte, pero no en un sentido egoísta o por un fin personal o interesado. Esta liberación, esta perfección, esta plenitud, no deben tampoco ser perseguidas para nosotros mismos, sino para el Divino.


Una convocatoria a la transparencia.


La vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia, cuando esto lo descubras desde la vivencia, el viento volverá a ser tu amigo, el árbol se tornará en maestro y el amanecer en ritual, la noche se vestirá de colores, las estrellas hablarán el idioma del corazón y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.
Chamalú

La compasión, por Bert Hellinger

Lo que eres brilla sin interrupción


"Nuestro miedo mas profundo no es creer que somos inadecuados.
Nuestro miedo mas profundo es saber que somos poderosos mas allá de la mesura.
Es nuestra Luz, no nuestra Oscuridad, lo que mas nos asusta.
Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para sentirme brillante, atractivo, talentoso, fabuloso?
Pero en realidad ¿quién eres tú para no serlo?
Tú eres un niño de Dios.
Tu juego a ser insignificante no sirve al mundo.
No hay nada de iluminación en hacerte menos, con el fin de que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor.
Todos podemos brillar, tal como lo hacen los niños.
Todos nacimos para manifestar la Gloria de Dios que se encuentra en nuestro interior.
Esta Gloria no está dentro de unos cuantos, está dentro de todos nosotros.
Y cuando permitimos que nuestra propia Luz brille, inconscientemente damos la oportunidad a otras personas para hacer lo mismo.
Conforme nos vamos liberando de nuestros miedos, nuestra presencia libera a otros automáticamente".

Amistad


Los amigos se entienden.
Miran en la misma dirección, aunque no tengan una meta común.

Lo que se vislumbra en esa dirección está lejos.
Por eso se mueven hacia ahí, pero se encuentran pocas veces.

Cada uno recorre el camino, en esa dirección, a su particular manera.
Tampoco llega al mismo lugar que el otro.

Pues lo que miran y hacia donde se mueven es demasiado grande, demasiado profundo e inconmensurable.

Y sin embargo hay entre ellos una referencia mutua, tanto en el camino como en la meta; a veces se encuentran, recorren un trozo del camino juntos, se escuchan y se complementan en su intercambio.

Luego, enriquecidos y animados por las experiencias mutuas, vuelven a marchar cada uno por su cuenta.

Sin embargo, en su alma siguen caminando cerca del otro.

Del Libro: "Pensamientos en el camino", de Bert Hellinger.

Al cielo se entra de dos en dos.

 
“El amor es aquel delicado proceso por el cual te acompaño al encuentro de ti mismo”
 

El yo camaleón

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