La respiración cambia continuamente con tus emociones. Cuando estás enfadado, tu respiración es descompasada, asimétrica. Cuando estás lleno de deseo sexual, tu respiración es casi loca. Cuando estás calmado y tranquilo, alegre, tu respiración tiene una cualidad musical: tu respiración es casi una canción. Cuando te sientes en casa en la existencia, cuando no tienes deseos y te sientes contento, de pronto la respiración casi se detiene. Cuando estás en un estado de sobrecogimiento, de asombro, la respiración se detiene por un momento. Y ésos son los grandes momentos de la vida, porque sólo en esos momentos en los que la respiración casi se detiene estás en absoluta armonía con la existencia: estás en Dios y Dios está en ti.
Tu experiencia de la respiración tiene que ser más y más profunda, escudriñada, observada. Date cuenta de cómo cambia tu respiración con tus emociones y viceversa, cómo cambian tus emociones con tu respiración... Observa tu respiración cuando estés profundamente enamorado de alguien; al tomarle la mano, al abrazar a la persona amada, observa tu respiración. Y luego un día, cuando estés sentado en silencio bajo un árbol, obsérvate a ti mismo de nuevo respirando de la misma manera. Crea el patrón, vuelve a entrar en la misma gestalt, respira de la misma forma que cuando estabas abrazando a tu persona amada, y te sorprenderás: toda la existencia se convierte en tu amada, vuelve a surgir en ti mucho amor.
Observa más y más tus momentos amorosos. Éstate alerta. Observa cómo cambia tu respiración, observa cómo vibra tu cuerpo. Al abrazar a tu mujer o a tu hombre, haz de ello un experimento, y te sorprenderás: un día, simplemente abrazándoos, fundiéndoos el uno en el otro, sentaos al menos durante una hora y os sorprenderéis. Durante una hora, sin hacer nada, simplemente abrazándoos, entrando el uno en el otro, fundiéndoos, disolviéndoos el uno en el otro, poco a poco la respiración se unificará. Respiraréis como si fueráis dos cuerpos pero un corazón. Respiraréis juntos. Y cuando respiréis juntos, no por ningún esfuerzo propio, sino simplemente porque estáis sintiendo tanto amor que la respiración se acompasa, ésos serán los mejores momentos, los más preciados; no de este mundo, sino del más allá, de lo remoto. Y en esos momentos tendréis el primer vislumbre de la energía meditativa. En esos momentos la gramática desiste, el lenguaje expira...
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Osho
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