martes, 24 de mayo de 2011

El arte de la respiración.


La respiración cambia continuamente con tus emociones. Cuando estás enfadado, tu respiración es descompasada, asimétrica. Cuando estás lleno de deseo sexual, tu respiración es casi loca. Cuando estás calmado y tranquilo, alegre, tu respiración tiene una cualidad musical: tu respiración es casi una canción. Cuando te sientes en casa en la existencia, cuando no tienes deseos y te sientes contento, de pronto la respiración casi se detiene. Cuando estás en un estado de sobrecogimiento, de asombro, la respiración se detiene por un momento. Y ésos son los grandes momentos de la vida, porque sólo en esos momentos en los que la respiración casi se detiene estás en absoluta armonía con la existencia: estás en Dios y Dios está en ti.

Tu experiencia de la respiración tiene que ser más y más profunda, escudriñada, observada. Date cuenta de cómo cambia tu respiración con tus emociones y viceversa, cómo cambian tus emociones con tu respiración... Observa tu respiración cuando estés profundamente enamorado de alguien; al tomarle la mano, al abrazar a la persona amada, observa tu respiración.  Y luego un día, cuando estés sentado en silencio bajo un árbol, obsérvate a ti mismo de nuevo respirando de la misma manera. Crea el patrón, vuelve a entrar en la misma gestalt, respira de la misma forma que cuando estabas abrazando a tu persona amada, y te sorprenderás: toda la existencia se convierte en tu amada, vuelve a surgir en ti mucho amor.

Observa más y más tus momentos amorosos. Éstate alerta. Observa cómo cambia tu respiración, observa cómo vibra tu cuerpo. Al abrazar a tu mujer o a tu hombre, haz de ello un experimento, y te sorprenderás: un  día, simplemente abrazándoos, fundiéndoos el uno en el otro, sentaos al menos durante una hora y os sorprenderéis. Durante una hora, sin hacer nada, simplemente abrazándoos, entrando el uno en el otro, fundiéndoos, disolviéndoos el uno en el otro, poco a poco la respiración se unificará. Respiraréis como si fueráis dos cuerpos pero un corazón. Respiraréis juntos.  Y cuando respiréis juntos, no por ningún esfuerzo propio, sino simplemente porque estáis sintiendo tanto amor que la respiración se acompasa, ésos serán los mejores momentos, los más preciados; no de este mundo, sino del más allá, de lo remoto. Y en esos momentos tendréis el primer vislumbre de la energía meditativa. En esos momentos la gramática desiste, el lenguaje expira...


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Osho

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