martes, 30 de noviembre de 2010

Los siete estadios del sueño. 2ª Parte: Puerta del ensueño


Hay siete estadios en el ensueño. El primero es ser consciente de que nos estamos quedando dormidos. Cuando se logra esto, permaneceremos conscientes durante el estado del sueño; podemos mantener ese estado si no miramos nada fijamente. Una vez que empecemos a despertarnos en nuestros sueños, tomaremos más energía, seremos más fuertes al día siguiente.
Ser conscientes en los sueños es el primer escalón. Si insistimos y dirigimos nuestro intento, entonces nuestra energía nos empujará. Hay que dejar que suceda: el empujón del intento romperá con los parámetros de la percepción histórica. Si recapitulan sus vidas seriamente, tomarán bastante energía. Sólo como guerreros podemos darnos cuenta de lo que somos.
En el primer escalón examinamos todas las cosas, cualquier elemento en nuestros sueños. Empezamos siendo conscientes de que nos estamos quedando dormidos; pero éste no es el objetivo de la técnica, esto es para distraer la mente. La técnica verdadera es ser conscientes de los elementos de nuestros sueños comunes.
En el ensueño podemos cambiar fácilmente la posición del punto de encaje. Aún un ligero cambio creará una nueva persona. De esa forma estamos poniendo fin a la persona vieja y convirtiéndonos en una nueva.
El siguiente paso o puerta de ensueño es despertarse desde el sueño en otro sueño. Una vez que hayamos adquirido energía a través de la recapitulación y el ensueño, podemos acostarnos en el ensueño en la misma posición en la que originalmente nos hemos quedado dormidos, y luego movernos hacia otros sueños. Cuando entramos en un sueño dentro de otro sueño, entramos en un estado que es inconcebible y que golpea nuestra mente; éste es el secreto de las posiciones gemelas.
El secreto de los secretos es intentarlo. Sólo se necesita energía. Esto es real, no es teoría, y como practicante que soy, digo que todos nosotros podemos hacerlo. Finalmente, en el ensueño todo cambiará. Un día nuestra atención quedará atrapada o fijada en algo del ensueño y no sabremos porqué; no seremos capaces de movernos hasta que eso no nos suelte, la atención habrá sido atrapada por un ser inorgánico. Ellos tienen más conciencia que nosotros, pero nosotros tenemos más energía. Los seres humanos somos como poderosas varas de energía que chisporrotean brillantemente. Ellos duran casi para siempre y su conciencia nos puede agarrar.
Luego empezamos a escuchar la voz del Emisario; él contestará cualquier pregunta. Cuando oímos esa voz como de mujer, estamos oyendo una voz verdadera, es la voz de una hembra natural.
No sean indulgentes con el Emisario del ensueño, díganle que se mantenga alejado. No dejen que se alimente gratuitamente.
Para ensoñar, primero hay que quitar el yo personal. El ensueño no va a ser posible hasta que se quite el yo personal. Ensoñar es mirar en la eternidad como microbios que somos. Nosotros no podemos ensoñar porque no tenemos poder. Lo que tenemos son solo viajes egomaniaticos. Ensoñamos cuando no hay nada adentro, ni deseos, ni enojos, ni siquiera felicidad. Es un estado supremo.
El ensueño te catapulta, es un estado trampolín, una interrupción del sistema interpretativo.Los sueños lúcidos son "yo" (la mente) si son ello, puede ser serio. Uno adquiere un increíble respeto por lo infinito, por lo inaudito.
Por tanto, existen vías naturales para salir de lo cotidiano. El sueño es una de ellas. El estado de sueño es una puerta de entrada y salida a la otra realidad, pero primero hay que comprender de qué se trata.
Probar a centrar la atención en un asunto particular del sueño, por ejemplo en las manos: si el sueño es normal, no podrá conseguirlo; pero si por el contrario se llega a mantener la atención sobre un objeto entonces estamos en presencia de una visión.
No existen técnicas que la produzcan. Soñar mundos no creados por el subconsciente es un regalo del universo accesible a todos, antes o después, a lo largo de la vida. Y el arte de soñar consiste precisamente en aprender a distinguir el sueño psicológico de la visión. Para quien lo consigue, es como si abriera una mirilla en el portón que cierra lo cotidiano.


Por Carlos Castaneda
Tomado del libro "El Arte de Ensoñar"

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