domingo, 26 de diciembre de 2010

La mente, una noche estrellada.


Soñé con un día de invierno. Desde el cabello negro de la noche, en lo alto de la montaña divise multitud de lucecitas. Una orquesta chispeante. Eran todas las mentes  estrellas que brillaban y cosquilleaban el Cielo. Algunas eran luces pequeñas, otras grandes  y cada una de ellas brillaban con un color singular. Desde su fulgor iluminaban cualquier rincón, sin pretender ser más especiales que otras.
Lo más hermoso fue que cuando una de ellas parecía apagarse, otra se acercaba y está se encendía de nuevo.
Era un gran árbol de Navidad. La noche asombrada reía mientras la música sonaba, todas la estrellas  tomaban sus lugares y ninguna de ellas se sentía sola, sabían que pertenecian al todo por la unión de sus compañeras

Así somos nosotros: estrellas que brillan en medio de una noche que parece no despertar. Aunque están recordando  que no pueden apagarse, no han sido creadas para esconderse y temer. Han sido creadas desde el amor y la luz, libres y creativas.
Las mentes no están juntas estan unidas. Somos sencillas luces que no reconocemos que aún no somos soles. Humildes y felices  seguimos la estela de un camino trazado por la voluntad divina.
 Esta gran noche estrellada que somos  es un árbol de Navidad. Ya está completo. Desde lo alto de la montaña puede verse el resplandor de todas las luces como una sola.

"Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Ésta es nuestra voluntad. Amén.( UCDM)"

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