viernes, 2 de marzo de 2012

El dolor.

Y una mujer pidió: Háblanos del Dolor.
Y él dijo:
Vuestro dolor es la ruptura de la celda que encierra
vuestra comprensión.

Así como la semilla de la fruta debe romperse para
que su corazón se muestre al sol, así debéis vosotros
conocer el dolor.

Y, si pudiérais mantener vuestro corazón maravillado
ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no
os pareciera menos prodigioso que vuestra alegría.

Y aceptaríais las estaciones de vuestro corazón así
como habéis aceptado siempre las estaciones que pasan
sobre vuestros campos.

Y esperaríais con serenidad a través de los inviernos
de vuestra pena.

Mucho de vuestro dolor es elegido por vosotros mismos.
Es la porción amarga con la que el médico que hay
dentro de vosotros cura vuestro ser enfermo.

Por tanto, confiad en el médico, y bebed el remedio
en silencio y tranquilidad; porque su mano, aunque dura
y pesada, guiada está por la tierna mano del Invisible.

Y el vaso con que brinda, aunque queme vuestros
labios, ha sido moldeado de la arcilla que el Alfarero ha
humedecido con sus propias lágrimas sagradas.

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