viernes, 2 de marzo de 2012

Lo suave siempre gana a lo duro.

Lo suave siempre vence a lo duro. Lo suave está vivo, lo duro estés muerto. Lo suave es como una flor, lo duro es como una roca. Lo duro parece poderoso pero es impotente. Lo suave parece frágil pero está vivo.
Cualquier cosa viva es siempre frágil, y cuanta más elevada la calidad de vida, mayor su fragilidad. De manera que cuanto más ahonden, más suaves se volveran, o cuanto más suaves se vuelvan, más ahondarán. El núcleo más interior es absolutamente suave. Esa es toda la enseñanza de Lao Tse, la enseñanza del Tao: sean suaves, sean como el agua; no sean como una roca. El agua cae en la roca. Nadie puede imaginar que al final el agua vaya a ganar. Es imposible creer que el agua va a ganar. La roca parece tan fuerte, tan agresiva, y el agua tan pasiva. ¿Cómo va a ganar el agua sobre la roca? Pero con el tiempo la roca desaparece. Poco a poco lo suave continúa penetrando en lo duro.
De modo que permitan que sea un recordatorio constante. Siempre que empiecen a sentir que se vuelven duros, relajense de inmediato y vuelvanse suaves, sin importar las consecuencias. Aunque sean derrotados y momentáneamente vean que va a ser una pérdida, dejen que así sea, pero vuelvanse suaves... a la larga, la suavidad siempre gana.


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